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Los trastornos de personalidad (TP), de manera general, son un grupo de afecciones mentales los cuales tienen un marcado patrón de pensamiento, funcionalidad y comportamiento que disminuyen la calidad de vida y su expectativa productiva según la cultura y tiempo. Algunos de los tipos de trastornos de la personalidad son: antisocial, por evitación, trastorno límite de la personalidad, dependiente, narcisista, obsesivo-compulsivo, paranoide, etc.
A continuación veremos 3 mitos erróneos y dañinos con respecto a la patología de la personalidad, que contribuyen al estigma y la falta de tratamiento de estas personas, manteniendo una imagen negativa y desesperada de ellas.
Mito 1. Los trastornos de personalidad son como los vemos en televisión.
Los trastornos de personalidad se encuentran entre los diagnósticos psicológicos más incomprendidos y estigmatizados por la sociedad. Parte de la razón es que estos se prestan al entretenimiento por medio de series de televisión o películas debido a que algunos de los trastornos están marcados por una serie de acciones agresivas o antisociales que tienden a exagerar en la televisión y, por lo tanto, caricaturizados por su efecto.
Desafortunadamente, tales interpretaciones llevan a la sociedad a creer que este tipo de conductas es lo que realmente implican los TP. Tener una impresión basada solamente en la actuación de los actores, los cuales exageran las dificultades y síntomas de los trastornos de personalidad para “hacerlo entretenido de ver” como de sugerir que el paciente no puede controlarse así mismo, o que sus interacciones sociales son absolutamente incómodas o complicadas, hace que el paciente sea etiquetado como "intratable" por la medicina y hasta por sus amistades.
Mito 2. No existe una causa reconocida de los trastornos de la personalidad.
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Si alguna vez ha leído información en internet sobre los trastornos de la personalidad, probablemente se haya topado con la afirmación incorrecta: "Los científicos aún no saben qué causa los trastornos de la personalidad". Esto da la impresión de que los TP surgen de la nada, agregando misterio a una comunidad ya estigmatizada y fortaleciendo la sensación de que no se puede trabajar adecuadamente con ellas.
Ésta aparente necesidad de tener una explicación objetiva y universal revela una perspectiva miope de una base únicamente fisiológica para las situaciones. De esta manera, se podría abordar con una pastilla o cirugía y curarla por completo, pero la historia nos ha mostrado que la respuesta nunca es absoluta. Hemos aprendido, por ejemplo, que la fórmula para la depresión es una combinación más intrincada y variable de experiencia y elementos genéticos/ambientales de lo que se pensaba anteriormente.
Las TP y la depresión, en términos de personalidad, tienen una etiología similar, posiblemente mejor articulada por el especialista en personalidad Dr. Joseph Shannon (2019), quien demostró que la personalidad se compone de dos componentes:
A) elementos heredados o características, cuyo conjunto se conoce como temperamento.
B) experiencias aprendidas, conocidas como hábitos, cuyo conjunto se conoce como carácter de un individuo.
Por lo tanto, un trastorno de la personalidad es la convergencia o conjunto de la susceptibilidad genética, como la propensión a la ansiedad y la impulsividad, con una experiencia incómoda en la vida temprana que afecta el esquema subyacente de uno mismo, de los demás y de cómo funciona el mundo. Esto se solidifica en un patrón básico generalizado de formas rígidas y disfuncionales de relacionarse. Si bien no todos tienen la misma experiencia relacional temprana problemática, los distintos trastornos de personalidad tienden a tener tipos comparables de problemas relacionales tempranos que ponen las cosas en movimiento.
Mito 3. Los problemas de personalidad son en su mayoría incurables.
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Tan desconcertantes y difíciles como pueden ser ciertos TP, los desinformados pueden concluir: "¡No hay forma de ayudar a estas personas!" Desde la época de los analistas clásicos de la Austria victoriana hasta los enfoques más recientes, los pacientes con trastorno de la personalidad han sido tratados con éxito.
Hoy en día hay suficiente evidencia de que los TP pueden ser tratados más allá del punto de estabilidad inestable. Simplemente tenemos que mirar el trabajo de psicólogos contemporáneos como Nancy McWilliams y Stuart Yudofsky, así como de profesionales centrados en el comportamiento cognitivo/conductual como Aaron Beck y Marsha Linehan; así como el trabajo realizado en instalaciones hospitalarias específicas como McLean en Boston.
El problema es que, si bien la personalidad no es algo episódico o una fase de la vida, el proceso requiere mucho tiempo y mucha energía, lo que requiere mucha paciencia por parte del practicante. Aunque las "técnicas de afrontamiento” y “los medicamentos" aparentemente pueden ayudar a ciertos TP, el esquema principal que subyace a la conducta interpersonal no se modifica tal cual. Podemos tomar como ejemplo cuando tenemos nuestro cuarto desorganizado, podemos memorizar constantemente dónde está cada cosa después de que la usamos, pero el verdadero cambio sería poner el cuarto en orden.
Entender, trabajar y superar los trastornos de la personalidad claramente requiere una comprensión y compromiso profundo, del paciente y del terapéuta. No es solo quedarnos con lo que vemos en la superficie, sino poder profundizar para así tener un mejor control de los impulsos y canalizarlos a un lugar donde queremos estar, un lugar de bienestar.
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